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Myanmar se está convirtiendo en uno de los destinos turísticos más importantes a nivel mundial. Sin embargo, el auge turístico en el país asiático viene haciendo peligrar su frágil ecosistema. Es que la llegada del turismo implica una cantidad de basura adicional, la construcción de nuevas edificaciones en zonas antes reservadas a la naturaleza etc.

A modo de ejemplo, uno de los escenarios más bellos de Myanmar -Inle Lake- se ve abarrotado de turistas que quieren hacer rendir al máximo su tiempo y su dinero, consumiendo lo más posible y en el menor tiempo posible. Sabido es que el turismo genera polución extra por la alta densidad de visitantes en un mismo sitio y el alto índice de consumo que conlleva.

El gobierno destina grandes sumas de dinero para prevenir o al menos paliar el daño ambiental pero parece ser que las medidas adoptadas no han sido del todo exitosas.

Gracias a la apertura al mundo que ha hecho Myanmar en los últimos años, el turismo se ha convertido en una fuente de ingresos que no puede desperdiciarse, en el marco de un país acosado por una pobreza estructural, falta de empleo y de desarrollo económico sustentable.
En 2012 arribaron al país más de un millón de visitantes, la mayoría extranjeros. Afortunadamente, hay programas para la protección del medio ambiente como el de William Bleisch, director de programa de la Sociedad China de Exploración e Investigación que intentan proteger los recursos naturales de la depredación.

Bleisch es optimista a pesar de las dificultades, ya que todos los actores que tienen que ver con el turismo se ven dispuestos a colaborar con las acciones propuestas.

Vía: National Geographic
Imagen: La Reserva

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