Mucho hemos hablado recientemente de lo que es la persecución que las autoridades de Birmania están llevando en contra de la minoría musulmana rohingya, y ahora, muchas de las principales instituciones internacionales comienzan a trabajar en el reconocimiento de estas personas como parte de los ciudadanos nacionales.
Hay que destacar, en este sentido, que luego de las dos oleadas persecutorias de los pasados meses de octubre y abril, los rohingyas se han visto especialmente desprovistos de los derechos mínimos a los que acceden los habitantes de Birmania, como se vio por ejemplo en la última época de ciclones a nivel local.
Incluso, la persecución no viene sólo por parte de las autoridades, sino también por parte de la mayoría budista del país, una sociedad mucho más poderosa que la musulmana, la cual pretende regular la expansión demográfica de ésta prohibiendo los casamientos entre religiones, y que los musulmanes tengan más de dos hijos por familia.
En esas condiciones claramente desfavorecedoras, en los últimos tiempos han crecido los casos de rohingyas que tratan de huir a otros países, en la mayoría de ellos intentando cruzar la frontera a Bangladesh, país que como si fuera poco ataca a quienes tratar de ingresar al país de esa forma, algo parecido a lo que sucede en Tailandia, a donde intentan llegar en embarcaciones sumamente precarias.