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Las atracciones más importantes que posee el país birmano, actualmente república de Myanmar, giran en torno a los templos religiosos que se han levantado hace cientos de años en completa armonía con la naturaleza. Pues con el tiempo, la urbanización y civilización se van extendiendo, y lamentablemente, Birmania no pudo escapar de los pasos agigantados de las grandes empresas.

Durante siglos, la pirámide dorada de la pagoda de Sule reinó sobre los tejados y las palmas de Yangon, una imagen de delicada belleza sobre el paisaje colonial y la atmósfera exótica de esta ciudad, de la antes llamada Birmania.

Todo cambió cuando empresarios extranjeros hicieron una gran construcción cerca del lugar, algo que pobladores locales compararon con tener un edificio de apartamentos junto a la Catedral de Nuestra Señora de París.

Dos torres gemelas de 20 pisos se levantaron a unos 100 metros de la pagoda, ubicada en el corazón geográfico de la capital. Los rascacielos, uno de ellos diseñado para albergar un hotel francés, no solamente rompieron con la uniformidad estilística del área, sino que significaron para muchos una afrenta para la pagoda, que según la leyenda fue levantada hace 2.000 años para albergar un cabello del mismo Buda.

No es un caso único. A lo largo de Asia, empresarios nacionales y extranjeros han levantado hoteles cuyos estilos chocan con los ambientes naturales y culturales que los rodean. Otros han destruido edificios de valor histórico para reemplazarlos con copias creadas según los parámetros del mundo globalizado.

Vía: El Tiempo
Imagen: zoutenzoetwaterparels

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